Vanessa Hernández
Antes de comenzar con el curso de teatro popular, creía que “teatro
popular” era solamente un teatro que no tenía una academia, lo que vemos en las
calles, o en realidad no estoy segura de lo que imaginaba. Ahora la perspectiva
de teatro popular cambió, en realidad he estado haciendo teatro popular sin
saberlo.
Ahora bien, en Guatemala vemos en la publicidad muy poco de “teatro
popular”, por poner un ejemplo: <<Las presentaciones de Makuto y Malaca
son todos los domingos a partir de las 11:00 am, en el teatro de Cámara, del
Centro Cultural Miguel Ángel Asturias. El valor de la entrada es de Q.50.00
para niños y grandes. Las entradas se venden el día del evento.>>[1]<<Mammamia!
Se estará presentando en el teatro Dick Smith del IGA, del 2 al 19 de octubre
(excepto el día 5), los jueves, viernes y sábados a las 08.00 p.m. y los
domingos a las 05:00 p.m. la entrada tiene un valor de Q.100.00>>[2] toda
esta publicidad en los periódicos sin mencionar las pancartas gigantes que se
muestran en las calles de zonas específicas de nuestra ciudad; es por esta
sencilla razón que podríamos llegar a pensar que el teatro popular es muy poco,
porque evidentemente es lógico que no se cuente con los fondos necesarios para
hacer el tipo de publicidad con el que el teatro burgués cuenta.
A pesar de este problema, es el teatro popular el que en la
actualidad está tomando un nuevo rumbo, el que poco a poco está levantando a
las comunidades de los departamentos, ¿Y por qué no a grupos en la ciudad de
Guatemala?, creo que como artistas estamos llegando al punto de necesitar, más
que querer, hacer un teatro que haga pensar a mucha gente, que sea para todo
público, pero sobre todo para todas esas personas que necesitan de algo que los
distraiga de tanto problema diario, pero sobre la “distracción” está la
educación y la información, en un país en donde la tasa de analfabetismo está a
un 16% en equivalencia a los 15 millones de habitantes (después de tantos
proyectos de alfabetización por diferentes entidades, ninguna impulsada por el
gobierno) nada mejor que distraerse mientras nos informamos y educamos.
Esta necesidad del público por recibir y de los actores o del pueblo
por entregar algo nos lleva a ver cada vez más teatro en las calles, más
creaciones colectivas, más grupos alternos en los departamentos y en el área
metropolitana, personas que teniendo o no una escuela previa al teatro, se
lanzan a hacer valer su voz y vemos entonces a diferentes grupos con diferentes
temáticas, grupos de Chimaltenango, Chichicastenango y Sololá, quienes han ido
experimentando con objetos, con el cuerpo, con la voz y al tener algo interno
logran poner en escena cosas realmente vivas, con temas que nos afectan como
sociedad, de historia, política, economía y ¿Por qué? ¡Comedia! Con las cosas
buenas que también nos pasan, porque nuestro país es solo violencia y
despotismo, también son personas buenas <<que son mayoría>>, ese
tipo de cosas también se ponen en escena.
En general, creo que el teatro popular ha sido desde sus inicios así,
para el pueblo, que después con el tiempo haya llegado la comercialización de
éste, con taquillas y ese tipo de asuntos, en donde las clases burguesas se han
puesto como tarea crear todo tipo de actividades que marquen una diferencia
entre una clase y otra, entre los que pueden y los que no pueden pagar una
entrada a una opera en la sala Efraín Recinos del Centro Cultural Miguel Ángel
Asturias, por poner un ejemplo; antes de todo esto, el teatro era nada más y
nada menos que del pueblo para el pueblo.
[2](http://reportajede.com/2014/10/presentan-el-regreso-a-escena-del-musical-mamma-mia/,
2014)
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